viernes, 13 de marzo de 2009

Nos llamamos. -Ellos también escogieron el camino largo-

La primera vez que los escuché tocar, mas bien los ví, eso fue en el 2006, en Cholula (El Anónimo), había muchas cosas en ese espacio y ellos se perdían entre un montón de dibujos montados en las paredes.
Me tarde dos versiones de Malnacidos para entender que necesitan control sobre el sonido inarticulado, para estar satisfechos.
Para mi cumpleaños, pedí que de ser posible me regalaran música, así fue como acabé con una cantidad de canciones que aún no he podido terminar de escuchar, una de las personas que más quiero y la cual considero sobresale de entre los músicos que sin querer he conocido, se había propuesto educarme musicalmente. Le debo ser mi interlocutor en una gran número de diálogos, que sobrepasan la comunicación oral, y es mi referencia directa de lo que significa ser parte de un grupo de rock urbano. Entre las muchas cosas que consideramos extraordinarias, esta la sutileza con la que de pronto formas parte de un mundo inundado de satisfacciones, que no deja de ser el que siempre has conocido, pero que esta velado por una capa de exaltaciones de la vitalidad de lo que mas te complace hacer, en su caso, hacer música.
Viven en el inconciente creativo, en un espacio donde los megáfonos y las cajas de efectos son el equivalente a helados de pistache para una niña de cuatro años, peinada de colita de caballo y con las uñas pintadas de rojo cereza.
La niña era yo, y me fui jugando por uno de los caminos largos, tan largo que me dio tiempo de crecer, después seguí caminando por instinto, escuché el disco de Nos llamamos, y me dí cuenta de que el camino era largo y confuso, pero lúdico, como las series de navidad.